domingo, 2 de mayo de 2010

Subí las escaleras como cada noche al retirarme, debajo de las escaleras, se hallaban dos desconocidos practicando relaciones sexuales. Se me cayeron las llaves, y baje a recogerlas sin hacer apenas ruido, pero él hombre me oyó, se levantó, y grito: eh, tú!, recogí las llaves y sin hacerle caso, volví a subir por las escaleras, el, me siguió y me amenazo, grave error, saco un arma y me apunto a la cabeza, aquel hombre de piel medio morena y de pintas descuidadas, con mirada encocainada, solo intentaba asustarme, y yo como cabezota que soy, no me calle, y le dije que si tanto valor tenia que se atreviese a disparar, pero el se reconcomía, le daba al gatillo de la pistola y seguía apuntando el arma contra mi cabeza. Tardo veinte segundos en caer al suelo, mientras sentía una placentera sensación de venganza, mi mano izquierda se consumía, al igual que el cuello de aquel desconocido, se habrían, al mismo tiempo que uno se hace grande y el otro intentaba desaparecer, y dicen que jugar con fuego es peligroso, pero es que a veces el hielo es peor, y lo digo yo, alguien que carga con un sexto sentido que no sabe controlar, y que a matado, tal vez sin querer o tal vez no.

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