martes, 21 de junio de 2011

Me costó volver a ella, tras tenerla casi seis años abandonada en un rincón de mi habitación, no tuvo la culpa de nada, a veces me quedaba mirándola durante un par de segundos, recordaba mi pasión al tocarla, la alegría que me transmitía, el desahogo que me encadenaba. Hace poco escuche a mi padre, tocar una canción que compuse cuando tenia trece años, salí de mi habitación, con ella en la mano, me senté en la cocina con mi padre, y volví a sentirla, entre mis dedos, me costó al principio, pues bien, estaba desentrenada, y me dolían los dedos con facilidad. En aquellos instantes entendí que ella siempre me ha había ayudado a relajarme, antes me pasaba horas y horas, días y días, enganchada a ella, a su sonido acústico, le adoraba, aun que al principio, sólo fue un capricho de mi padre que aprendiese a tocarla, y al tiempo le coji cariño, para mi era una nueva forma de expresión y de crear arte. Por un bache en la vida, la abandoné definitivamente, y al escuchar a mi padre volver a tocar aquella canción que para mi envolvía ocho eternos años de felicidad, entendí que ella siempre había sido parte de mi.

2 comentarios:

  1. La vida misma Soraya. Hay cosas básicas que te hacen sentir bien, que te dan esos ratitos de felicidad, de paz con uno mismo. Hay ocasiones en que nos olvidamos un poco de ésto y dejamos aparte esas cosas tan importantes, que forman, como tú dices, parte de nosotros mismos.
    Disfruta el verano!

    ResponderEliminar
  2. hay como un cordón umbilical invisible que nos une a ciertos objetos

    ResponderEliminar